
Diego Fernando, un joven pereirano trabajador, amable y echado pa’ lante como buen paisa, abrió con cordialidad las puertas de su negocio de insumos veterinarios un viernes en la mañana. Eran cerca de las 10:00 a. m. cuando entró don Manuel, el lotero de confianza del barrio, a ofrecer un billete de la Lotería de Boyacá. Era un hermoso billete plateado, de una sola fracción que costaba 25 mil pesos, ya que la casa estaba “tirada por la ventana” celebrando el cumpleaños de la Boyacá, así se lo explico el amable don Manuel.
Don Manuel, vendedor de confianza de la tía de Diego, insistió varias veces para que él lo comprara. Diego, en principio, respondió que no, que mejor la próxima semana. Pero el lotero, con ese olfato de vendedor y su energía positiva, le lanzó unas palabras casi premonitorias:
—Cómpralo usted, mijo, que ese billete se lo va a ganar. Yo lo siento.
Diego percibió la fuerza de esas palabras, sintió la energía y decidió comprar el billete.
No siendo un comprador habitual, el sábado del sorteo pasó desapercibido para él. Ni siquiera revisó resultados. Fue hasta el lunes, cuando don Manuel, desesperado, golpeaba con fuerza la puerta del negocio justo cuando Diego ya se disponía a cerrar para salir a almorzar.
—¡Hermano, usted ganó! —le gritaba don Manuel desde lejos, con la voz entrecortada por la emoción—. ¡Vengo a contarle, ábrame!
La dicha, la risa y los nervios invadieron a todos los presentes en el local. Y sí, señores: Diego se había ganado una Toyota Corolla Cross 0 km, nuevecita, el sueño de cualquier joven hecho realidad, gracias a la Lotería de Boyacá y a la insistencia de don Manuel, un lotero con experiencia y buena fama en Pereira.
Este vendedor no era un desconocido: suele entregar premios de manera habitual en su zona, tanto así que muchos clientes lo buscan porque confían en su buena energía y en su suerte.
Con la noticia confirmada, Diego viajó a la sede de la Lotería en Tunja, habló con la prensa local y prometió recorrer en su Toyota la Ruta Navideña de Boyacá, tierra que describió como “una Suiza colombiana” por su belleza. Ese mismo día regresó feliz a Pereira manejando su carro nuevo.
Y claro, don Manuel también ganó, porque con la Lotería de Boyacá usted gana, pero su lotero de confianza también. Por eso, siempre reconocemos el trabajo incansable de estos hombres y mujeres que, día y noche, recorren las calles de este paraíso llamado Colombia.
Recuerde: el número ganador está cada semana esperándolo… ¡para que usted sea el próximo afortunado!